En la antigüedad, en Babilonia y Mesopotamia, se utilizaba más observar las estrellas y las constelaciones que los planetas visibles, que eran considerados estrellas peregrinas.
Las Estrellas Fijas fueron consideradas como lo más cerca de lo divino que el ser humano podía observar, por lo que su fuerza y significado tuvieron gran influencia en la Astrología antigua.
Los astrólogos persas y árabes incorporaron el concepto y noción de Estrellas Fijas en todos sus estudios astrológicos, de ahí que muchas estrellas tienen nombres persas y árabes: Scheat, Agena, Altair, Achemar… Las cuatro estrellas reales de Persia, Regulus ubicada en el corazón del León (constelación de Leo), Antares ubicada en el corazón del Escorpión (constelación de Escorpión), Fomalhault, estrella ubicada en la cabeza del pez austral (constelación de Piscis) y Aldebarán estrella rojiza que se encuentra en el ojo del Toro (constelación de Tauro), fueron muy utilizadas en predicciones. Estas estrellas guías estaban en los puntos de los equinoccios y los solsticios hace 3000 A.C. Fueron consideradas las estrellas guardianas del Universo por los astrónomos persas, ubicados en la actual zona de Irak.
Muchas de ellas fueron consideradas negativas y fuera de lugar por los astrólogos modernos. Esto porque pronosticaban violencia, pérdidas de fortuna, enfermedades o extremas riquezas, lo que no tiene cabida en una sociedad moderna donde muchas de esas cualidades han sido superadas por la ciencia.
Hoy en día, los astrólogos a nivel mundial han empezado a considerar a las Estrellas Fijas, siendo un tema de la discusión actual, especialmente si un planeta personal se encuentra en aspecto de conjunción u oposición con una estrella. La reconocida astróloga inglesa Bernadette Brady ha realizado un extenso estudio sobre éstas en su libro Fixed Stars.